Por Medardo Arias Satizábal
Para Rigoberta Menchú, una sola reflexión bastaría para cambiar el alma humana, en pos de un sentido solidario: "Saber que somos temporales; que al morir no nos llevamos nada... ¿Para qué manchar, entonces, ése, nuestro breve paso por la tierra?". En compañía de veinte líderes mundiales, entre los que figuran el Dalai Lama y el escritor colombiano Gabriel García Márquez, promueve un nuevo Código de Ética para la Paz, o lo que ella denomina "la cultura de la paz". Así mismo, avanza en la organización de la Cumbre Mundial de Pueblos Indígenas.
Rigoberta nos mira desde la hondura de su mirada, que es como un manantial de perdón y de inocencia, y avanza hacia el fondo del comedor con su caminar de pájaro de colores.
New Haven
__________
Rigoberta apoya despacio los pies en la tierra, como para que sus pasos no se sientan, y poder, así, trascender como los pájaros, que están presentes y trinan en las ventanas, pero nadie los ve, y a veces, ni los siente. Sólo que ella está y empieza entonces a dejar caer esa suave ternura para decir las cosas más dolorosas, una dulzura que es esperanza y paz al tiempo. Fraterniza rápido con la gente porque está dotada de una magia sobrenatural, del don de quienes hablan, sienten y presienten desde el corazón, y a veces, para ellos, no es menester el uso de las palabras.
En el "Lyman Center" de la Southern Connecticut State University, los centenares de personas que se congregaron ahí para escucharla, venidas de distintos puntos del Estado, pudieron comprobar el sentido "oculto", de chamanismo natural, que la acompaña. Una mosca había decidido navegaren su vaso, y ella lo advirtió con un anuncio perentorio:
- "Un mal espíritu acaba de llegar aquí... "
El auditorio hizo un silencio hondo y el presidente de la universidad se apresuró a buscarle una botella de agua, sólo que, ese momento, el mal espíritu que estaba a la diestra de Rigoberta Menchú decidió emprender el vuelo delante de la luz del auditorio extasiado.
La expectativa creciente ante su discurso tenía que ver con el Women's Studies Program de la Southern Connecticut State University, una extensa liga de mujeres ahí congregadas, y la reciente publicación del documento llamado "Remhi", Recuperación de la Memoria Histórica, el cual fue recopilado por la Iglesia Católica de Guatemala y dado a conocer por la ONU. En ese texto, y gracias a las denuncias hechas por Rigoberta y los líderes mayas del país centroamericano, se dan a conocer todas las atrocidades y violaciones cometidas por el régimen militar, amén de asesinatos, desapariciones, quema de poblados y delitos de lesa humanidad.
Igualmente, ella, Nobel de la Paz en 1992, viene de reunirse con el Dalai Lama y otros líderes mundiales distinguidos con ese mismo galardón, con quienes ha discutido una propuesta de paz para los pueblos del mundo, en el nuevo milenio, denominada "Cultura de la Paz" o "Nuevo Código de Ética para la Paz".
Rigoberta nos mira desde la hondura de su mirada, que es como un manantial de perdón y de inocencia, y avanza hacia el fondo del comedor con su caminar de pájaro de colores -la entrevista se lleva a cabo en una pequeña salita acondicionada dentro del claustro de la SCSU-, pues viste un traje de chaquiras policromas, tejido a mano, en el cual se observan escenas de labranza. De la entereza de su rostro de madre que anheló la vida de un hijo con nombre de pájaro, Colibrí, quien falleció hace cuatro años, Rigoberta dos deja a merced de su corazón en calma.
- ¿Existe un propósito real de las economías más fuertes del mundo, v. gr., Estados Unidos, para mejorar las condiciones de vida, la educación de los primeros habitantes de América?
No lo hay; no existe un propósito de ayuda a nuestra gente, pues el mundo occidental mira todavía a los nativos como adversarios, no como amigos; creo que el cine tuvo que ver mucho con esto. A los pueblos indígenas o los eliminan, o se mueren. Los métodos han cambiado hoy, pero la realidad, para nosotros, es la misma. La belleza es que, al finalizar el pasado milenio, sentimos el orgullo de decir: "No nos exterminaron y vamos a cruzar juntitos el umbral del nuevo siglo; aquí estamos". Si alguien pensó que acabarían con todos nosotros, el nuevo siglo les está diciendo muy claro: "Fracasaron". Para nosotros, mayas-quichés, nuestro sistema está ahí, intacto, a pesar de todo. Rompimos el silencio y estamos en nuestra lucha, aunque el discurso de la globalización y la tecnología es una carrera en contra nuestra.
- El lenguaje ha sido a menudo otra forma de discriminación y dominación frente a las minorías del mundo. Los términos "indígena", "primitivo habitante", "indio", han jugado ese papel. ¿Qué opina de ello?
Depende de la intención que está detrás de las palabras. En nuestro idioma, esas diferenciaciones malintencionadas no existen. Imaginemos cómo un quiche diría a otro: "Vos sos un indígena...". No lo concebimos, no tiene traducción, no existe en nuestra lengua. Por tal motivo, no hemos sido afectados por los estereotipos, porque la mala intención de esas expresiones no ha llegado a nuestros cerebros.
- Las primeras grandes familias nativas de América fueron masacradas, sometidas y luego confinadas a vivir en reservas, en pequeñas parcelas, lejos de toda la tierra que un día les perteneció. ¿De qué manera puede el mundo occidental resarcir esta deuda histórica?
Esa deuda es impagable. Creo que es cuestión de dignidad, no de recursos mate-riales para indemnizarnos de todo el mal causado. Hay que recordar que nuestra gente está ahí y continúa siendo una fuente de derecho, de valor, de dignidad. Nosotros sabemos que los recursos económicos son también motivo de paternalismo frente a nuestra historia. Hemos querido, siempre, vivir en libertad, porque la libertad libera las culturas. Estoy sorprendida de la insensibilidad de quienes se niegan a darle libertad a Leonard Pelletier (1), nuestro hermano que lleva 27 años en la Cárcel de Minneapolis. Le han inventando una historia jurídica y ya perdió uno de sus ojos. Estamos pidiendo a la presidencia de Estados Unidos clemencia para él.
- ¿En algún momento ha pensado en lanzar su candidatura a la presidencia de Guatemala? ¿Algún grupo político le ha hecho esta propuesta?
Todos los políticos de Guatemala, hasta ahora, no me han visto con potencial presidenciable, sino como una rival. No niego que si yo fuera candidata, se daría un movimiento indígena que ganaría la simpatía inmediata del pueblo maya, pero los políticos y los empresarios sentirían una amenaza. Por conciencia, sé que no debo presentar mi nombre a una contienda electoral; definitivamente, no sería una candidata común y corriente. Si lo fuera, no descartaría el destino de Gandhi, de Martin Luther King. Creo que me eliminarían, sin corazón. Ahora las condiciones no están dadas, pero uno no puede decir: "De esta agua no beberé". De pronto en diez años...
La pregunta a Rigoberta tuvo que ver con el repunte de los candidatos provinciales de Guatemala, de la etnia maya-quiché, quienes aseguraron victorias electorales en los comicios. Fueron ellos Juan León, candidato a una Vicepresidencia, y Vitalino Siminoch Cachiquel, Vicepresidente de la Alianza Nueva Nación.
Sus viajes por el mundo entero la han familiarizado con la lengua inglesa, la cual pronuncia con gusto en sus acepciones básicas. Le gusta salpicar sus conferencias con "algunas palabras" en inglés, porque está con-vencida de que los "mayas, como todas las naciones del mudo deben tener acceso al bilingüismo, a un conocimiento y a una educación pluricultural". Buena parte de la población maya en Guatemala habla español, pues, como la misma Rigoberta confirma, "mi pueblo ha sabido interpretar y entender las culturas no indígenas".
Ese conocimiento de la lengua del "invasor" fue el que le facilitó "romper el silencio" y escribir su libro "Me llamo Rigoberta Menchú, y así me nació la conciencia", el cual han leído más de 50 millones de personas en todo el mundo. Las denuncias que ahí escribió fueron el inicio de un plan político serio de los gobiernos del orbe para vigilar de cerca el proceso de paz en Guatemala. Al menos 400 policías, según su propio testimonio, la apresaron para confinarla en la cárcel, pero la resonancia de su lucha, así como el riesgo de dar a conocer y denunciar ante el mundo los atropellos del conflicto armado en su país, permitieron la materialización de informes ante los organismos rectores del orden mundial, tales como el elaborado por la llamada Comisión de la Verdad. "Por más de veinte años nos hicimos expertos en la realidad guatemalteca, así que cuando los gobiernos del mundo pusieron la mirada en nuestro proceso de paz, ya tenían conocimiento suficiente de nuestros problemas. Fue por ello que ja-más hubo amenazas de intervención", dice.
Ese conocimiento de la lengua del "invasor" fue el que le facilitó "romper el silencio" y escribir su libro "Me llamo Rigoberta Menchú, y así me nació la conciencia", el cual han leído más de 50 millones de personas en todo el mundo. Las denuncias que ahí escribió fueron el inicio de un plan político serio de los gobiernos del orbe para vigilar de cerca el proceso de paz en Guatemala. Al menos 400 policías, según su propio testimonio, la apresaron para confinarla en la cárcel, pero la resonancia de su lucha, así como el riesgo de dar a conocer y denunciar ante el mundo los atropellos del conflicto armado en su país, permitieron la materialización de informes ante los organismos rectores del orden mundial, tales como el elaborado por la llamada Comisión de la Verdad. "Por más de veinte años nos hicimos expertos en la realidad guatemalteca, así que cuando los gobiernos del mundo pusieron la mirada en nuestro proceso de paz, ya tenían conocimiento suficiente de nuestros problemas. Fue por ello que ja-más hubo amenazas de intervención", dice.
-Poco antes de ser conocido el Informe Remhi en la ONU, un autor norteamericano (2) aseveró que usted había mentido en su libro. ¿Cómo recibió esa afirmación?
Existe en Norteamérica una corriente de antropólogos revisionistas que tratan cada día de reencauzar las aguas, queriendo hacer retornar los ríos a su posible origen. Contraponen, por ejemplo, su "ciencia" a los problemas de los indios. Son revisionistas de carácter reaccionario que tratan de ridiculizar la historia de los pueblos indígenas. Desafortunadamente para ellos, hoy no sólo escriben la historia los colonizadores, sino también nosotros, los "vencidos", quienes salimos a contar nuestra propia historia. Esta misma corriente del revisionismo histórico se ha presentado con los judíos en Europa, pues cada vez salen más estudios en los que tratan de demostrar que el campo de concentración no estaba ahí, en determinado terreno, donde aseguraron las víctimas que fueron torturadas, sino un poco más allá, en otro sitio. Stole dice, por ejemplo, que mi hermano Patrocinio no fue quemado, cuando pude verlo con éstos, mis ojos, ver sus uñas calcinadas. Él, que ha averiguado tanto, seguramente sabe dónde fue enterrado... Ahora tratan de enterrar también la historia escrita por los indígenas. Nosotros estamos recuperando la historia de Guatemala. El Informe Remhi recoge lo más increíble de esa historia. Ahora que el señor Stole ha hecho sus afirmaciones, imagino que mucha gente dirá: "Si miente la india más fina, ¿por qué no van a mentir los demás indios de Guatemala?".
- ¿Qué le agrada de los Estados Unidos? ¿Qué le disgusta?
De este país me encanta su cultura plural, su diversidad. En una nación de gente generosa; siempre he encontrado una solidaridad extraordinaria en los Estados Unidos. Toda esta imagen que amo difiere, sin embargo, de la imagen que han fabricado sus gobernantes, hacia afuera. Han creado tabúes con sus intervenciones, con su arrogancia en política externa. En Estados Unidos también, lo reconozco ahora, existe arrogancia académica. Pero nada de ello corresponde a la nobleza de su población, a su gente, que es maravillosa. En los Estados Unidos, además, trabajamos con la mujer hispana y sus perspectivas, al tiempo que apoyamos la defensa de la educación bilingüe, un derecho por tantos años ganado, el cual se ha puesto en peligro ahora con el retorno de la educación impartida sólo en inglés.
Rigoberta da un sorbo largo a su botella de Coca-Cola, que siempre la acompaña, y la aparta cuidadosamente a una mesa, cuando observa la lente de la cámara lista para el Click..! "No vamos a hacerle propaganda a Coca-Cola ahora ", dice, entre picara y sonriente.
- Usted fue nombrada por la Unesco como Embajadora de Buena Voluntad. Recientemente estuvo en Colombia y pudo observar el proceso de paz que se vive allí. ¿Hizo algún compromiso para la búsqueda de esta paz tan necesaria en esa nación?
Para mí fue una gran bendición haber tomado la decisión de aproximarme al proceso colombiano. Estamos tratando de entenderlo. Si no entendemos, no podremos respetar las particularidades de este proceso. Vamos a ser respetuosos de los mecanismos de paz ya establecidos ahí, para colocarnos al lado de la sociedad civil, de la Red de Niños -hay más de un millón de Niños por la Paz en Colombia, y algunos de ellos están amenazados de muerte-, un fenómeno que sólo he observado ahí. Es el único país de la tierra donde los niños han conformado esta poderosa red de solidaridad para ver a su país en paz. Las mujeres agrupadas en asociaciones fuertes, el Movimiento Cristiano y los departamentos, han ofrecido las áreas donde se desempeñan como santuarios para la búsqueda del diálogo que permita la paz. La Unión Nacional Indígena de Colombia, Unic, también ha ofrecido su respaldo a este proceso. Ahora quiero organizar una reunión con varios Premios Nobel para buscar la solidaridad mundial con Colombia. Allí la gente necesita apoyo, respaldo, aliento. Debemos concentrar todos nuestros esfuerzos en torno a ellos. Necesitamos soñar la paz junto a los colombianos.
Su fundación también hizo presencia reciente en Venezuela, pues los indígenas venezolanos solicitaron asesoría a Rigoberta para ser incluidos en la Constituyente de esa nación. "Para nuestros hermanos de Venezuela estamos buscando leyes de autonomía", asegura.
- Nos gustaría que, en nombre del pueblo maya, nos dijera, en cinco propuestas, cuál es su esperanza, cuál es su mensaje para el presente milenio.
1. Elaborar un nuevo Código de Ética para la Paz, el cual contempla la eliminación de las armas nucleares en el planeta.
2. Invertir la misma cantidad de recursos financieros que hoy se emplean en desunir a los hombres, en el sueño de la paz, la cual es sinónimo de cultura y educación. Queremos que florezcan las culturas, queremos dejar atrás las huellas coloniales a través de una Cultura de la Paz, para que la gente decida vivir en libertad y armonía. Debemos saber que al morir no nos llevamos nada, no somos dueños de nada. Somos temporales. ¿Para qué manchar, entonces, este corto paso por la tierra? Hagámoslo noble.
3. Sería tremendo si recuperáramos el sentido y el contenido real de la solidaridad. Si fuéramos solidarios, podríamos enfrentar a tiempo los desastres, las dificultades del mundo, la desigualdad, la miseria. Es necesario que todos enfermemos con una epidemia de solidaridad, algo que contagie al mundo.
4. Entendemos que cambios sustanciales del mundo no los van a hacer los gobiernos. La sociedad civil debe poner una gran cuota de poder para la transformación del mundo. Debemos involucrarnos todos en la defensa de nuestros derechos, para que no haya impunidad, pues ésta genera discordia, violencia.
5. Que de repente un día los medios de comunicación fueran más respetuosos y estuvieran de verdad al servicio del mundo real, de las noticias y los acontecimientos reales, pues la prensa se ha frivolizado. Siempre he pensado: ¿Qué tal que un día los periódicos amanecieran más sensibles y no le hicieran tantas concesiones a la propaganda, sino que informaran sobre acontecimientos para sensibilizar a la gente para estimularla a vivir mejor?
Estamos organizando una gran Cumbre Mundial de Pueblos Indígenas, y ahí vamos a decirlo todo. Vamos a denunciar todas las ofensas que nos han hecho.
Rigoberta deja asomar unas lágrimas; sus ojos brillan como carbones encendidos: "Creo que ahora es necesario soñar juntos mil años de paz...".
(1) Leonard Pelletier, indígena dakota confinado en prisión por rebelión.-
La Nobel de Paz, Rigoberta Menchú, en reportaje con Medardo Arias Satizábal, expresó; "En el siglo XX no pudieron exterminarnos". Esta entrevista fue reproducida por la revista de la Universidad de Yale.